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miércoles, 3 de marzo de 2010

Quiero hacer, cosas imposibles.

He dejado de escribir 3 días. El trabajo me ha tenido ocupada últimamente, pero a pesar de eso siento que sobreviviré. Estos primeros días siempre son los de la prueba de fuego para mí. La gente, tus jefes, el sitio y otras mil cosas más son las que vas descubriendo estos primeros días. Por supuesto que el plazo de prueba aún no termina, pero por ahora va bien. Además, el hecho de terminar por fin de “webiar” es un alivio casi neuronal. Por lo menos ahora me pagan por “webiar” en otro lado.
Mi rutina diaria se ha visto alterada en muchas formas. Sobre todo, la hora de levantarme. Hoy llegué tarde al trabajo. Me desperté a las 8:45 y mi horario de ingreso es a las 9. Al parecer estaba en un sueño tan profundo que no escuché mi despertador. Gracias a alguna energía inexplicable mi mamá me levantó en ese preciso momento. De lo contrario jamás me hubiera levantado. Pero en fin, bajé de mi casa prácticamente en pijama, tomé el primer taxi que vi y rogué al señor que por favor me permita llegar “nunca tan tarde”.

Cuando llegué a mi destino le di al taxista un miserable billete de 10 soles. Digo miserable porque creo que es una suma de dinero que puede considerarse “sencillo”. El taxista me respondió que no tenía el dichoso “sencillo” y casi con lágrimas en los ojos (valga la exageración) me dijo lo siguiente: “que aquí nomas quede señorita, me olvidé de decirle que no tengo sencillo”. En ese preciso momento me pregunte si era yo la que en realidad debía haber preguntado si él tenía sencillo. Pero como dije antes, 10 soles no me parecía una suma que pudiera quedar fuera del mismo calificativo.

Acto seguido, bajé del taxi con cientos de sentimientos encontrados. Llegaba 20 minutos tarde a mi tercer día de trabajo, el taxista me había traído gratis a mi destino (sin hacer “taxifuga”), no había ingerido ningún alimento y la catastrófica noticia de que tener 10 soles ya no era “tener sencillo”.

Una vez instalada en mi puesto, ya mucho más tranquila; pude darme cuenta de que a pesar de todo lo que digo día a día de mi propia suerte, no es nada mala. Mi mamá lo dijo cuando le conté lo sucedido: “estas cosas solo le pasan a Sonia”. Esa frase me sacó una sonrisa, y me di cuenta que es cierto. Mis historias suelen ser de lo más inusuales.

Entonces: Doy gracias por los acontecimiento ocurridos el día de hoy. Que todos mis días sean nuevos y distintos :) .



Peaceeeee!!!

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